
En el segundo planeta que visitó había un vanidoso, que preguntó el principito: “¿De verdad me admiras mucho?, él contestó: ¿Qué es admirar?-Admirar significa reconocer que soy el hombre más guapo, el mejor vestido, el más rico y el más inteligente del planeta. -¡Pero si estás solo en el planeta! –Admiráme a pesar de todo –Te admiro, dijo el principito mientras pensaba: “Desde luego, los mayores son muy raros”. En el planeta siguiente vivía un bebedor con el que también tuvo una charla. El principito le preguntó por qué bebía y le respondió que lo hacía para olvidar que le daba vergüenza beber. El cuarto planeta era el del hombre de negocios, que se dedicaba a contar las estrellas. Cuando el niño le preguntó por qué lo hacía el hombre le explicó que las poseía y que por eso era rico. El principito no entendió la utilidad de poseer las estrellas. El niño pensó que era bastante poético pero no era serio. El principito tenía acerce de las cosas serias ideas muy diferentes de las ideas de los mayores. El niño le explicó al hombre de negocios: -“Yo poseo una flor, que riego todos los días. Poseo tres volcanes, que deshollino todas las semanas. El hecho de que yo los posea el útil para mis volcanes, es útil para mi flor. Pero tú no eres útil para las estrellas”. El hombre de negocios no supo que decir y el principito se fue.
El quinto planeta era muy curioso. Era el más pequeño de todos. Apenas había sitio para que cupiera un farol y un farolero. El principito pensó que ese hombre parecía absurdo. Sin embargo, menos absurdo que el rey, el vanidoso, el hombre de negocios y el bebedor. Al menos su trabajo tenía sentido. Cuando encendía el farol, es como si hiciese nacer una estrella, o una flor. Cuando apaga el farol, duerme a la flor o a la estrella. Es una ocupación muy bonita. Es realmente útil porque es bonita”. El sexto planeta era un planeta diez veces más amplio. En él vivía un geógrafo. El principito le preguntó: -¿Qué es un geógrafo? –Es un sabio que sabe dónde se encuentran los mares. Los ríos, las ciudades, las montañas y los desiertos. Le dijo que ellos escribían cosas eternas, que nunca pasan de moda. Al niño le extrañó que el geógrafo no anotara las flores en su libro de geografía pero el señor le explicó que no se ocupaba de las flores porque son efímeras porque las amenazaba una próxima aparición. Al principito le resultó muy interesante, un verdadero oficio. Aunque le chocó que el geógrafo no supiera que accidentes geográficos tenía su planeta. El señor le contó que el geógrafo necesita de exploradores que recorran el mundo para él poder anotar sus recuerdos. El principito le preguntó qué le aconsejaba visitar y le respondió que El Planeta Tierra.
En La Tierra el principito se encontró con un zorro y el niño le pidió que jugase con él. El zorro le dijo que no podía jugar con el porque no estaba domesticado. ¿Qué significa domesticar?, preguntó el niño. –Es algo demasiado olvidado. Significa crear lazos. Para mí tú no eres más que un niño, parecido a cien mil niños. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. Pero si me domesticas, nos necesitaremos el uno al otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo... Por eso le pidió al principito que lo domesticase. –Como quieras-contestó el principito-, pero tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas. El zorro le explicó: -Sólo se conocen las cosas que se domestican. Los hombres no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas hechas a los vendedores. Pero no existen vendedores de amigos, los hombres ya no tienen amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!. –¿Qué debe hacerse?. –Hay que tener mucha paciencia. El zorro le explicó que debía acudir siempre a la misma hora porque así desde una hora antes él ya empezaría a ser feliz. Porque si aparecía cada día a una hora distinta no sabría a que hora vestirse el corazón. Le dijo que los ritos son necesarios. -¿Qué es un rito? -dijo el principito. –también es algo demasiado olvidado –dijo el zorro. Es lo que hace que un día sea diferente de los demás. Antes de que el principito prosiguiera su viaje el zorro le contó un secreto. Le dijo que sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos. Los hombres han olvidado esa verdad. Pero tú no debes olvidarla. Te haces responsable para siempre de lo que has domesticado.