domingo, 11 de enero de 2009

Eduardo Hosie


En el recibidor de la casa del pintor encuentras un hermoso cuadro dedicado al 11-M, delante de él una planta crece hacia la casa invitando a entrar. En la sala una vieja lámpara rescatada para vestirla de colores y rostros me atrapa, y no deseo dejar de mirarla. La casa construida en la parte baja de Horche es un espacio extraño y bello. Blancos muros y amplias ventanas abiertas al paisaje de montañas y encinas. Al fondo el estudio. Tenemos la suerte de que Eduardo nos muestra todos los trabajos que allí se encuentran: estudios sobre la selva, rostros de personas sin nombre, un río de gente. El pintor nos enseña una serie tras otra, tratando de explicar con palabras lo que solamente el pincel puede. Nos habla del proyecto que ha iniciado, pintar más de 2.000 caras de personas anónimas para formar un gran puzzle humano donde todos estén representados: ancianos, jóvenes, campesinos y médicos. Todas las razas, todas las edades, todas las personas. Tiene pensado dedicar los próximos 5 años a trabajar en esta impresionante creación. Es un proyecto incipiente pero parece prometedor. El pintor se muestra apasionado, asoma en sus gestos un alma de artista puro, de creador. Al final coloca en la pared una serie de cuadros de danzantes: hombres y mujeres bailando juntos, con los brazos levantados y el rostro sereno. Son lienzos de colores suaves. Algo hay en ellos que me llena de paz y de un sentimiento de amor hacia el mundo. Salgo de allí con pesar.

Tomamos la merienda en la sala repleta de cuadros. Se inicia una charla animada. Eduardo comparte con nosotros su visión del mundo y algunas experiencias vitales. Habla de Colombia y sus palabras me hacen recordar las imágenes de sus cuadros. Sus hijos atrapados por el miedo, la ausencia de libertad, la pobreza, la injusticia, la violencia. Le duele su tierra y estar lejos de ella y de su gente. La vida le ha llevado a este rincón perdido. Lejos de todo. Espero que muchos ojos lleguen a contemplar sus creaciones. Nosotros hemos tenido la suerte de conocer a la persona.

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