jueves, 30 de diciembre de 2010

Nuevo Año


Un año se va, otro llega. Noche de despedida y bienvenida. Día de hacer balance y proyectar futuro.

Estos días ojeando el libro "Hasta la Cumbre", testamento espiritual de Pablo Domínguez Prieto, encontré unas palabras que invitaban a mirar la vida desde la puerta de salida. Creo que es bueno, cada cierto tiempo, observar la vida de uno con perspectiva. A veces el fragor del día a día no permite ver las cosas con claridad. Es bueno distanciarse, buscar un punto de vista más alto y lejano para valorar las cosas.

Suelo hacer este ejercicio antes del amanecer cuando todos duermen. Es bello recibir el día en la soledad de la meditación y ver salir el sol con el cuerpo y la mente sosegados y despiertos. Esta mañana el sol no ha venido y la luz es gris, el cielo es de color plomo y hay gotas de lluvia por todas partes. Se va el año con este baño de agua que limpia y purifica. Deseo que el agua se lleve el cansancio y los grises pensamientos como el día y deje sitio a otros de colores.

Deseo empezar este último día del año con imágenes hermosas: un pavo real con sus plumas de colores, una rosa roja, un atardecer anaranjado, las aguas tranquilas de un lago, altas y nevadas montañas, el reflejo del sol en el mar, una sonrisa, un enorme árbol, una madre con su bebé en los brazos, dos personas caminando cogidas de la mano, una bandada de pájaros, las hojas del otoño reposando en la tierra, el brillo de sabiduría en los ojos de un anciano, ropa blanca tendida al sol, una caracola, la arena blanca de una playa virgen, el arcoíris, un caballo al galope, un cielo azul salpicado de nubes algodonosas, fuegos artificiales.

En otro libro leía que el filósofo Bertrand Rusell en su Autobiografía señaló que los tres motores de su vida habían sido tres: el amor, la búsqueda de sabiduría y una infinita compasión hacia el sufrimiento de los seres humanos. Los asumo como mis deseos para el 2011, añadiendo el de vivir con sosiego y alegría.

Feliz Año

sábado, 25 de diciembre de 2010

Navidad


Para los cristianos la Navidad es algo más que festejar en familia, adornos y regalos. Es un momento especial del año para recordar las palabras de Isaías: "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande, habitaban tierras de sombras, y una luz les brilló" y las de Juan evangelista: "En el principio ya existía la Palabra, y la palabra estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre". Extrañas palabras para muchos, para otros una forma de entender la existencia.

Mi deseo: una luminosa Navidad.

viernes, 19 de febrero de 2010

El Retiro. Lluvia y pintura.


Por primera vez desde que cambié de trabajo decido ir al Retiro a la hora de la comida. A pesar de saber que existe una probabilidad de lluvia del 70% decido no llevar paraguas, me siento optimista. Al llegar a la entrada de la Puerta de Alcalá me siento como Alicia en el país de la Maravillas. Atrás queda el sombrío y ajetreado mundo del despacho. Estoy a punto de adentrarme en otra realidad, me pregunto cómo es posible haber tardado más de tres años en venir. Hoy he comprobado que estoy a 10 minutos, cuando hasta ahora en mi mente El Retiro estaba a años luz.

Traspasar la puerta es viajar en el tiempo. Recuerdo sobre todo las veces que he venido sobre ruedas, adoro patinar en el Retiro. Asocio este lugar al descanso y al disfrute por eso tal vez no he venido hasta ahora en un día de trabajo.

Hace frío y el día es gris pero no hace viento. Todo está en calma, hay pocos visitantes. Junto a la fuente esperan las gitanas conseguir unas monedas a cambio de buenaventura. Las esquivo y me dirijo a la Casa de Vacas. Antes de entrar he visto un cartel anunciando una exposición retrospectiva de François Legrand, "El gesto y la luz". Disfruto de la pintura: retratos, naturalezas muertas, paisajes. Me gusta lo que veo, sobre todo algunos retratos de miradas vivas que acompañan mi contemplar solitario. Mujeres sin adornos, desnudos luminosos, composiciones limpias. Un caudro llama mi atención, La caída creo que es su título, resulta inquietante: unos niños miran desde arriba a otro caído y tumbado en el suelo, trae a mi memoria la película "La memoria de los muertos" de Robin Williams. A la salida veo que hay un libro de dedicatorias y leo algunas, una de ellas dice "Soy una mujer soñadora en busca de la belleza" y me reconozco. Escribo la mía y salgo. Ha empezado a llover y termino el paseo bajo la lluvia. Huele a tierra mojada y a Camino de Santiago. Tengo que volver.

jueves, 28 de enero de 2010

Mi reino


Esta noche después del aula de arte fuimos al café a charlar de lo divino y de lo humano. Una Mesa y cuatro personas encontrándose y compartiendo al calor del vino, sometidos al extraño y poderoso influjo de la luna. Estos maravillosos encuentros empiezan a ser costumbre. Desearía que fuesen algo periódico, tener la certeza de que a los 15 días, sin posibilidad alguna de que no suceda, nos volveremos a sentar en torno a esa misma mesa, así como el día sucede irremediablemente a la noche, pero la vida es devenir. Hoy hablamos de nuestros reinos: el fuego, la naturaleza nocturna, la luz, la búsqueda, la incógnita, el desierto.

Esta noche estoy sola. Muy pocas veces desde hace cuatro años he dormido sola. Hoy recordaré aquel desierto de escepticismo anterior a tu llegada y besaré el oasis que habito desde entonces.

viernes, 1 de enero de 2010

Primero de Enero. Octavio Paz.


"Las puertas del año se abren,
como las del lenguaje,
hacia lo desconocido:
Anoche me dijiste:
mañana
habrá que trazar unos signos,
dibujar un paisaje, tejer una trama
sobre la doble página
del papel y del día.
Mañana habrá que inventar,
de nuevo,
la realidad de este mundo.

Ya tarde abrí los ojos.
Por el segundo de un segundo
sentí lo que el azteca,
acechando
desde el peñón del promontorio,
por las rendijas de los horizontes,
el incierto regreso del tiempo.

No, el año había regresado.
Llenaba todo el cuarto
y casi lo palpaban mis miradas.
El tiempo, sin nuestra ayuda,
había puesto,
en un orden idéntico al de ayer,
casas en la calle vacía,
nieve sobre las casas,
silencio sobre la nieve.

Tú estabas a mi lado aún dormida.
El día te había inventado
pero tú no aceptabas todavía
tu invención en este día.
Quizá tampoco la mía.
Tú estabas en otro día.

Estabas a mi lado
y yo te veía, como la nieve,
dormida entre las apariencias.
El tiempo, sin nuestra ayuda,
inventa casas, calles, árboles,
mujeres dormidas.

Cuando abras los ojos
caminaremos, de nuevo,
entre las horas y sus invenciones
y al demorarnos en las apariencias
daremos fe del tiempo y sus conjugaciones.
Abriremos las puertas de este día,
entraremos en lo desconocido."