
Un año se va, otro llega. Noche de despedida y bienvenida. Día de hacer balance y proyectar futuro.
Estos días ojeando el libro "Hasta la Cumbre", testamento espiritual de Pablo Domínguez Prieto, encontré unas palabras que invitaban a mirar la vida desde la puerta de salida. Creo que es bueno, cada cierto tiempo, observar la vida de uno con perspectiva. A veces el fragor del día a día no permite ver las cosas con claridad. Es bueno distanciarse, buscar un punto de vista más alto y lejano para valorar las cosas.
Suelo hacer este ejercicio antes del amanecer cuando todos duermen. Es bello recibir el día en la soledad de la meditación y ver salir el sol con el cuerpo y la mente sosegados y despiertos. Esta mañana el sol no ha venido y la luz es gris, el cielo es de color plomo y hay gotas de lluvia por todas partes. Se va el año con este baño de agua que limpia y purifica. Deseo que el agua se lleve el cansancio y los grises pensamientos como el día y deje sitio a otros de colores.
Deseo empezar este último día del año con imágenes hermosas: un pavo real con sus plumas de colores, una rosa roja, un atardecer anaranjado, las aguas tranquilas de un lago, altas y nevadas montañas, el reflejo del sol en el mar, una sonrisa, un enorme árbol, una madre con su bebé en los brazos, dos personas caminando cogidas de la mano, una bandada de pájaros, las hojas del otoño reposando en la tierra, el brillo de sabiduría en los ojos de un anciano, ropa blanca tendida al sol, una caracola, la arena blanca de una playa virgen, el arcoíris, un caballo al galope, un cielo azul salpicado de nubes algodonosas, fuegos artificiales.
En otro libro leía que el filósofo Bertrand Rusell en su Autobiografía señaló que los tres motores de su vida habían sido tres: el amor, la búsqueda de sabiduría y una infinita compasión hacia el sufrimiento de los seres humanos. Los asumo como mis deseos para el 2011, añadiendo el de vivir con sosiego y alegría.
Feliz Año